Madres
- xanalosada
- 28 may 2021
- 1 Min. de lectura
Hoy he recibido una "postal de Jimena" muy especial. Mi madre me la envía desde mi ventana favorita. ¡Qué bien me conoce!
Las madres, envejecen viéndote a ti crecer, pasándonos poco a poco el testigo de "gobernantas" del vivir. Y cuando desaparecen siguen respondiendo en el silencio a tus miedos, si tu memoria te permite escuchar. De ese modo, te sientes acompañada el resto de tu vida.
En "Yo, llamada Jimena" la madre es Amalia. Para caracterizarla me inspiré más en mi abuela y en esa generación de mujeres nacidas entre 1900 y 1920, cuyas vidas se vieron sacudidas por muchas vicisitudes internas e históricas. Cuando echo la vista atrás, reconozco el privilegio de haber pasado la infancia con estas "amigas" entonces octogenarias, que reflexionaban sobre sus vidas ya pasadas, como quien siente que todo está cumplido, pero recordándote que frente a ti, tenias a una superviviente que se atrevía, a pesar de los pesares, a sonreír. A través de sus conversaciones aprendí que no merece la pena dramatizar, que hay que estar a lo que venga, que siempre hay que celebrar las alegrías, que las penas ya vienen solas, que no hay que subestimarse, seguramente soportarás mucho más de lo que imaginabas... y que si aprendes a reírte incluso de las amarguras, la vida se aligera ¡cuánto reí con ellas!

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