Mortales y finitos.
- xanalosada
- 2 ago 2021
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 23 sept 2021
Mientras escribía la primera parte de “Yo llamada Jimena” la vida me sorprendió inesperadamente con la enfermedad y posterior muerte de mi padre. Escribir me permitió volcar mis pensamientos acerca de la muerte, el tránsito de las pérdidas y el dolor que conllevan.
A su vez me sumergió en las lecturas de autores que intentaban ayudar a los moribundos y sus familias. Encontré muchas cosas, tantas que terminé cursando en 2018 una especialidad sobre el duelo, que influyó directamente en la segunda parte que por aquel entonces escribía. Seguramente sin todas aquellas tardes escuchando especialistas y compañeros - que desgranaban sus duelos particulares - no habría hilado muchas de las reflexiones que puse en boca de Jimena. Tampoco entonces podía imaginar que dos años más tarde, cuando prácticamente tenía finalizada esa segunda parte, el mundo se vería azotado por un virus tan letal como el Covid. Sus consecuencias, la enfermedad y muerte de amigos, la pérdida de figuras de mi infancia, el vacío existencial de los jóvenes que me rodean, que plantean el suicidio como solución final a sus frustraciones y desesperanza... me deja de nuevo suspendida en reflexiones sobre el sentido de lo que hacemos, sentimos y pensamos.
Creo que ese halo de tristeza que tiñe hoy la mayoría de las sonrisas (que no vemos tras las mascarillas) y ese cansancio de esperar una “normalidad” que nunca llega, nos han devuelto a la realidad humana de vivir en la incertidumbre de quien más que nunca se sabe mortal y finito.

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