Azar

Recordar aquel encuentro penetró su pensamiento, detuvo el tiempo y el espacio, y estar envuelta en ese tropel de emociones le llevó a decidirse, se bajaría en la próxima parada, no era la suya, no era el destino pensado para aquel viaje, decidió dejar que el azar le guiase, como siempre, sin ningún fin concreto. Ese repentino deseo de bajar le pareció suficiente para detenerse, le invadió completamente, como las travesuras cuando era niña, sintió el impulso de bajar, de retroceder, y lo hizo en el último minuto, dejó el tren poniendo sus pies en tierra, en tierra de nadie, con una enorme sonrisa de satisfacción.

Yo, llamada Jimena I